El
adolescente Bush
En los estudios de psicología evolutiva es
de sobra conocida la tendencia de los adolescentes a la autoafirmación. Imitan
las acciones de los adultos y adoptan posturas enérgicas y provocativas. El
púber Bush necesita autoafirmarse, convencerse a sí mismo, después de tantas
trampas, que él es el presidente de Estados Unidos, y nada mejor para eso que
imitar a papá. Igualito que papá, bombardea Bagdad. Si Clinton lo hizo para
distraer la atención del caso Lewinsky, ¿por qué no él para superar su complejo
de inferioridad?
Para el adolescente Bush, asesinar a unos
cuantos iraquíes es una rutina, pura anécdota, igual que enviar a algún que
otro deficiente a la silla eléctrica. Franco debía de considerar también una
anécdota firmar penas de muerte, y anécdota debía de ser para Pinochet la
tortura. Eugenio d Ors definía su método como
«tránsito de la anécdota a la categoría». Aquí, la anécdota son los crímenes y
la categoría el que los tiranos son siempre tiranos, aunque se engalanen con
faldones de demócratas.
Lo peor, con todo, es la capacidad de
racionalización, de inventar a Dios para esconderse detrás de una tabla de
valores. De imperativo moral, califica Donald Rumsfeld el escudo antimisiles.
Dios salve a América. Mientras Dios salva a América, los intereses económicos
americanos arrasan el mundo. Dios es el poder económico. Y por eso se organizan
cruceros de placer en submarinos atómicos en los que los empresarios dadivosos
pueden hacer prácticas a costa de algún que otro pesquero nipón. La industria
de armamento financió a Bush y hay que testimoniarles gratitud mostrando la
predisposición a consumir artefactos bélicos.
También resulta útil inventar el diablo.
Satán, el mal, justifica la cólera de Dios. Sadam es
Belcebú, su presencia garantiza a EEUU la fidelidad y dependencia del resto de
naciones de la zona. Y los países irresponsables Corea del Norte, Irak, Irán y
Libia sirven para legitimar el escudo antimisiles. Conviene exagerar el poder
del maligno. De autodefensa han calificado el bombardeo, porque, como es bien
sabido, los misiles iraquíes amenazaban San Francisco, Nueva York y Washington,
y los aviones americanos estaban en casa salvaguardando su territorio. Entre
tanto, Blair de manporrero, y la UE y la ONU de
vacaciones.