El
conejo Europeo
Todos han hecho el paripé. También el premier británico en un quiero y no
quiero, estoy pero no estoy. Una vez más, la Unión Europa ha mostrado lo que da
de sí. Se ha salvado in extremis, y a
costa de ocultismo y de hurtar la decisión a los ciudadanos. La democracia está
bien, pero siempre que disponga lo que conviene al poder. De lo contrario no
hay que tener escrúpulos en retorcer el escenario y cambiar las reglas del
juego. Eso es lo que ha representado el nuevo tratado firmado en Lisboa,
sucedáneo de la malograda Constitución Europea.
Aseguran que no hay nada mejor para
paralizar un proyecto que crear una comisión con el objetivo de estudiarlo. Tal
aseveración se cumple, desde luego, al milímetro en la esfera internacional. En
esa huida hacia delante, Europa, como si no hubiese sufrido bastante chasco con
el grupo creado para la elaboración de
La moción se presenta aun más chunga si el sabio número uno es el ex
presidente González. Un patriotismo infantiloide ha hecho que se llenasen de
gozo todos los opinantes. ¿Cómo vamos a decir que no nos satisface el
nombramiento de un español? Pues diciéndolo. Qué más da que sea español,
francés o ingles, lo importante es lo que sea capaz de hacer, y me temo que los
antecedentes no son, por cierto, los más adecuados, ni siquiera para plantear
las incongruencias en que se desenvuelve actualmente la Unión, que tal vez
sería lo único que, con un mínimo de sentido y utilidad, podría realizar el
grupo que se crea.
Los botafumeiros indican que el nombramiento
es el adecuado, porque González pertenece al grupo de los líderes políticos que
en el pasado fueron los grandes artífices de
El proyecto actual de Unión Europea se ha
enmarcado en un contexto de triunfo del pensamiento neoliberal, de manera que
en el diseño tan solo figura la integración en los aspectos comerciales
monetarios y financieros, y brilla por su ausencia cualquier tipo de unión
política y, por ende, social, laboral, fiscal y presupuestaria.
Sin duda el programa ha cumplido con creces
las esperanzas del neoliberalismo económico, mientras que las fuerzas sociales
y los partidos de izquierdas, si es que existían, se han dejado engañar. Ahora
ya no hay solución posible. Resulta difícil creer que una vez que la ideología
neoliberal, y los intereses empresariales y económicos a los que representa,
han conseguido todos sus objetivos, vayan a ceder para configurar una Europa
política y social. Si alguna esperanza quedaba se ha diluido de forma
definitiva con la ampliación a 27 países sin que previamente se aprobase ningún
mecanismo de integración.
Por otra parte, el nacionalismo termina
complicando el escenario, de manera que los papeles se intercambian y se
confunden, si es que aún tienen alguna razón de ser las ideologías. Así tenemos
al laborismo inglés oponiéndose y obstaculizando cualquier mecanismo de
integración, al tiempo que propicia la ampliación a cuantos más países mejor,
incluso a Turquía, propuesta de la que también participa el Gobierno socialista
español. La progresiva extensión geográfica es la forma de diluir
Incluso en aquellas escasas áreas, como la
agrícola, en las que goza de una política propia y común,
En fin, siempre nos quedará el conejo para
sacarnos del atolladero. El conejo o los salarios, porque tanto el gobernador
del Banco de España como el ministro de Economía, ambos socialistas, proponen
la misma receta para controlar la inflación: que los salarios pierdan poder adquisitivo.
Ya lo dijo en otros tiempos González, la inflación no es de izquierdas. Parece
ser que el hecho de que las retribuciones de los trabajadores crezcan menos que
los precios, sí.