El PP no se
entera de nada
Estamos
acostumbrados a que los políticos engañen al personal, pero más grave es que se
engañen a sí mismos. Los portavoces del Partido Popular no se enteran de nada.
Dan la impresión de estar convencidos de que su victoria en el 22-M se debió a
sus méritos, cuando en realidad obedeció exclusivamente a los errores del
Gobierno Zapatero, y a la indignación de los votantes dispuestos a castigar
unas políticas y unas medidas que consideran radicalmente injustas. Los
españoles no castigan a Zapatero por la crisis, sino por la respuesta que ha
dado para intentar solucionarla, haciendo recaer su coste únicamente sobre las
clases medias y bajas.
Los
ciudadanos son lo bastante inteligentes para entender que la crisis posee una
dimensión tal que trasciende, tanto temporal como geográficamente, a la
actuación de un gobierno. Y no es que no tenga responsables en la esfera
política, los tiene y muchos, tanto en el exterior como el interior de España.
Pero de esa responsabilidad no se libra nadie, ni los gobiernos de Felipe
González ni los de Aznar ni los de Zapatero. La crisis ha sido el resultado de
un cúmulo de errores encadenados que vienen desde muy lejos, como mínimo desde
Maastricht: la aceptación de un modelo de unión monetaria que introduce a
España en una trampa de la que le va a ser difícil salir y la instrumentación
de unas políticas económicas que se refocilaban en una euforia cortoplacista, sin
percatarse de que el camino conducía a un despeñadero.
Es
por ello por lo que resulta tan indignante escuchar ahora a Felipe González dar
lecciones de lo que se debe hacer en Europa, cuando ha sido partícipe de todos
los acuerdos que se han tomado y asintió, además, con aire triunfalista, a la
construcción de un diseño asimétrico que por fuerza tenía que ser letal para la
economía española. Y tanto más indignante resulta escuchar a Aznar y a sus
mariachis vanagloriarse de lo bien que lo hicieron cuando precisamente sus
gobiernos, amén de ser partícipes de los errores europeos, permitieron la
burbuja que nos ha situado ante esta encrucijada.
Los
gobiernos de Zapatero son responsables de la crisis, pero no en mayor medida
que los de Aznar o los de Felipe González, o incluso que los de otros muchos
países europeos. Si los españoles fuesen a exigir responsabilidades políticas
por este motivo tendrían que barrer el Parlamento y no dejar ni un solo
político de los que hasta ahora han participado en las decisiones adoptadas, habría que repudiar al
PSOE, al PP, a CiU, al PNV y a alguna que otra
formación política y construir de nuevo la democracia.
Lo
que no entienden los voceros del PP es que lo que ha conducido a muchos
ciudadanos a castigar al PSOE en las pasadas elecciones y posiblemente les
motivará a castigarles en las próximas no ha sido la crisis sino su respuesta a
ella. Primero, mostrando en Europa falta de pericia, debilidad y complejos; y,
segundo, haciendo recaer el coste únicamente sobre las clases menos
favorecidas, negándose con una obstinación propia de conversos a instrumentar
cualquier política progresiva.
Cuando
la economía de todo el mundo se tambalea, resulta patético contemplar al
portavoz económico del PP empeñado en centrar el problema en España y en
Zapatero, como si la solución pudiera alcanzarse exclusivamente desde nuestro
país y
Los
líderes del PP, lejos de enfrentarse al discurso torticero de Merkel, parece que lo asumen y dividen a los países entre
virtuosos y pecadores. España, por supuesto, se encuentra entre los pecadores,
hasta que el PP nos salve. Pero lo que en realidad hay son países que se están
aprovechando de
Alemania
se está beneficiando en el área comercial, ya que los países de la Eurozona no
pueden devaluar; y en el área financiera, puesto que la financiación de su
deuda y la de sus empresas sale tanto más barata cuanto más se encarece para
los demás países. La estrategia de la canciller, sin
embargo, es un tanto miope. Basa el crecimiento de Alemania no en agrandar la
tarta sino en empobrecer al vecino, pero al final la que se empobrece es
también
El
PP se da ya por ganador en las próximas elecciones. Todo lo tiene a su favor,
menos él mismo. El discurso que está realizando puede levantar todo tipo de
recelos en los votantes, y es verosímil que estos empiecen a intuir que la
postura de su futuro gobierno frente a Alemania y a Bruselas puede pasar de la
pusilanimidad del actual al servilismo, y que está decidido a recrudecer y
ampliar las reformas regresivas que hasta ahora se han acometido. Lo peor que
le puede ocurrir al PP es que dé miedo, y lo está dando.