El
eje franco-alemán
Merkel y Sarkozy no tienen
ningún reparo en mostrar al resto de los países que son los únicos que mandan e
imponen las condiciones y las reglas en
Habrá que recordar
que las aportaciones al fondo de rescate en ningún caso representan donaciones
sino préstamos concedidos a un tipo suficientemente atractivo, préstamos, en
los que participan proporcionalmente todos los Estados miembros y en los que
todos asumen el riesgo. Un riesgo que, sin embargo, de momento no incrementa el
de Alemania o el de Francia porque en buena medida los bonos griegos estaban en
manos de los bancos franceses o alemanes, pero sí, por ejemplo, el de España.
La paradoja es que, hoy por hoy, países como el nuestro son los que están
corriendo con el riesgo de los bancos alemanes, franceses o ingleses. Conviene no
olvidar tampoco que la huida de los inversores de la deuda de los países
periféricos y la consiguiente elevación de su coste tiene como contrapartida el
atractivo de los bonos alemanes y la reducción de su precio. Todo ello sin
considerar que la pertenencia al euro supone que Alemania tenga un tipo de
cambio real suficientemente atractivo para incrementar sus exportaciones; pero
genera un tipo de cambio real para países como España que les condena a un
déficit exterior que lastra su crecimiento.
Pero salgamos de los
equivocados parámetros nacionalistas para plantear la cuestión en términos de
clase. La política de Merkel y Sarkozy sólo beneficia a sus bancos y grandes
empresas y no a sus ciudadanos, que han sido los primeros en sufrir los
ajustes. Precisamente uno de los grandes problemas de la eurozona es el escaso
consumo al que se ve sometida la población alemana.