España
invertebrada
Por si no había
suficiente jaleo con las Autonomías, surge ahora el problema de los
Ayuntamientos. También ambicionan un mayor trozo de pastel, pero el pastel es
limitado, incluso cada vez más pequeño si continúa el
proceso demagógico de reducir los tributos. Por una parte, están aún pendientes
de compensación los recursos perdidos por los municipios al haber suprimido el
anterior Gobierno del PP el gravamen sobre las actividades económicas para la
gran mayoría de las empresas. Es lo que ocurre cuando se elimina un impuesto,
que de alguna otra fuente hay que sacar el dinero. Me temo que en este caso sea
del IBI, Impuesto sobre Bienes Inmuebles. Es decir, que los paganos por haber
bajado el gravamen a los empresarios vamos a ser todos los ciudadanos, que
tendremos que afrontar una contribución mayor por nuestra vivienda.
Por otra parte, está
la demanda que los Ayuntamientos vienen haciendo acerca de una mayor
descentralización. Aducen que ejercen competencias que no les corresponden, y
exigen financiación para mantenerlas. Aquí comienza ya el galimatías. Porque,
según parece, los municipios prestan servicios que no les competen y sin
embargo a quienes les competen, Comunidades y Estado, no los prestan. ¿No sería
más sencillo que cada uno hiciese lo que le corresponde legalmente? En
cualquier caso, la redistribución de competencias, de hacerse, no debería
obedecer a criterios de facto, una especie de usucapión competencial -yo
las ejerzo, me las quedo y que me las financien-, sino a una distribución
racional y lógica.
No parece lo más
razonable que
las competencias en materia de servicios y prestaciones sociales sean
municipales. Existen en España 8.000 Ayuntamientos, de los cuales 6.905 tienen
menos de 5.000 habitantes y sólo 57 sobrepasan los 100.000. La heterogeneidad
es total. ¿Qué tienen que ver los Ayuntamientos de Madrid o Barcelona con el de
un pueblecito de 200 habitantes? Las transferencias a las Comunidades Autónomas
están introduciendo ya suficiente disparidad en los derechos sociales, y más
que van a causar en el futuro, para que ahora las diferencias dependan también
del término municipal en que uno resida. El argumento de que