Casualidades
La realidad política y económica está llena
de casualidades.
Sin duda es una casualidad que Ferrovial
haya decidido retirar el recurso que tenía planteado a la concesión de las
licencias de UMTS, poco después de que se le adjudicase la construcción y
explotación de la autopista R4 Madrid-Ocaña.
También es una casualidad que el ministro
que pocos días antes de las elecciones forzó la adjudicación de las licencias
de UMTS, fuese después fichado por el sector privado, concretamente, como
presidente de Carrefour España. Y, casualidad es, que el principal accionista
español de Carrefour sea el Grupo March, accionista
también con Florentino Pérez de Xfera que, ¡oh
casualidad!, resultó adjudicataria en el polémico concurso. Todos son
casualidades. Pero son esas casualidades las que a algunos les hacen ricos y
extienden un manto de sospecha sobre la rectitud de políticos y funcionarios.
Lo más grave es que los políticos se escudan
en los funcionarios que componen las mesas de contratación y en los criterios
inamovibles de los Pliegos de prescripciones técnicas y administrativas.
Los criterios fijados en los pliegos son,
sí, inamovibles, pero suficientemente abiertos para que quepan valoraciones
distintas y subjetivas. No son los criterios los que se pueden cambiar, sino
las valoraciones que se hacen al aplicarlos, tanto más cuanto que en los
diferentes concursos los pliegos se suelen redactar concediendo apenas
importancia a las ofertas económicas y dejando en manos de las valoraciones
técnicas la adjudicación.
La decisión, por tanto, de los funcionarios
que componen la mesa de contratación: abogado del estado, interventor,
etcétera, depende totalmente de los informes técnicos que reciben y de las
valoraciones que en ellos se realizan. Su labor queda reducida a la de meros
notarios que dan fé de la legalidad del
procedimiento, pero siéndoles imposible entrar en el contenido de la
adjudicación. Son los informes técnicos y las respectivas valoraciones las que
determinan la decisión. El proceso se hace aun más vulnerable y susceptible a
la manipulación de los responsables políticos, en la medida en que en esos
informes intervienen con frecuencia empresas consultoras ajenas a la
Administración. Parece ser que en el caso de las licencias de UMTS, a la
empresa consultora se le exigió realizar un segundo informe modificando el que
ella previamente había entregado.
Como he afirmado en alguna otra ocasión, el
hecho de que en las adjudicaciones de licencias de UMTS el gobierno español haya
optado por el concurso en lugar de por la subasta, no sólo ha privado de muchos
miles de millones a la Hacienda Pública, sino que también ha propiciado la
fundada sospecha de que algo turbio se ha movido en la licitación.
Uno cree en las casualidades, pero resulta
difícil no tener la impresión de que existe una tupida red de intereses entre
los poderes políticos y económicos. Todos se conocen, todos se intercambian
favores. Algo huele a podrido en Dinamarca.