El programa oculto del PP

El pasado sábado, en una entrevista en el diario “Público”, el portavoz parlamentario de IU, Gaspar Llamazares, declaraba que, en su opinión, “el programa explícito del PSOE es el programa oculto del PP”, afirmación bastante acertada. En cuanto a programas, no existe mucha diferencia. Si acaso, ésta puede encontrarse sobre todo en las realizaciones. La derecha cuenta con muchas más dificultades que el PSOE cuando trata de aplicar medidas antisociales, aunque sea tan sólo porque se topa con la oposición de los socialistas. Seguro que la participación en la última huelga general hubiese sido distinta, y distinto hubiese sido el comportamiento de los medios de comunicación si el PP hubiese estado gobernando.

La derecha en el gobierno tiene que medir sus actuaciones a la hora de aplicar medidas regresivas. Fue el mismo Rodríguez Zapatero quien, en el último Debate sobre el estado de la Nación, reprochó a Rajoy, en lo que se podría considerar una especie de acto fallido, que los gobiernos del PP no se habían atrevido a llevar a cabo una reforma laboral. En realidad hicieron una, pero tuvieron que dar marcha atrás debido a la huelga general y a la reacción popular encabezada por el PSOE.

Por el contrario, cuando es el PSOE el que gobierna tiene barra libre en la aplicación de medidas antisociales. Es evidente que el PP, por mucho que le apetezca atacar al Gobierno, no puede hacerlo por este motivo, o al menos no puede hacerlo con mucha credibilidad y contundencia. La conclusión es evidente. El PSOE es mucho más útil para la izquierda en la oposición que en el gobierno.

Quizás la expresión más clara de la convergencia de planteamientos en materia de política económica y social de los dos partidos mayoritarios se encuentra en el actual gobernador del Banco de España, que aunque pertenece desde los primeros tiempos al partido socialista, no desmerece de los que el PP hubiese podido nombrar desde sus filas.

Fernández Ordóñez viene reiterando que la reforma laboral es la asignatura pendiente de España. Conozco a MAFO, tal como se le llama en su partido, desde principios de los ochenta y él sabe que le aprecio –los afectos muchas veces no tiene nada que ver con las ideologías–. Desde entonces le estoy escuchando reclamar la reforma pendiente, la del mercado laboral. Lo cierto es que no hay tal reforma pendiente, porque son cinco o seis las que ya se han hecho desde que se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, y en todas creo yo que Fernández Ordóñez ha tenido mucho que ver. Pero cada una de ellas, en lugar de servir para mejorar el marco de relaciones laborales, lo ha empeorado, no sólo desde la óptica social sino también desde la de la eficacia.

El gobernador tiene razón cuando afirma que el paro es nuestro elemento diferenciador. En ningún país como en España, la crisis se ha trasmitido al mercado de trabajo ni tan rápidamente ni generando un volumen tan elevado de desempleo. En contra de lo que se afirma, la razón hay que buscarla en la facilidad para despedir con que cuentan los empresarios españoles, entre otras razones por el altísimo porcentaje de contratos temporales existente, sin parangón en ningún otro país europeo, y que tiene su causa precisamente en las reformas laborales adoptadas en otros momentos por el PSOE y en las que Fernández Ordóñez participó. Por eso no deja de ser irónico que ahora se acuda a la dualidad del mercado de trabajo para reclamar que el despido se abarate aún más.