La nueva hazaña
de Trichet
La
tesis de que la inflación es siempre un problema monetario tiene un algo de
verdad y mucho de mentira. Mucho de mentira porque, a menudo, su origen se
encuentra alejado de las variables monetarias; algo de verdad porque, sea cual
sea su causa, una tensión inflacionista puede ser abortada a base de practicar
el torniquete monetario, eso sí, siempre que no nos importe matar al enfermo
(la economía). A Trichet únicamente le interesa la
inflación y se despreocupa del crecimiento, por eso el BCE se ha apresurado a
repetir la hazaña que realizó en julio de 2008: elevar los tipos de interés.
Ahora,
al igual que entonces, la inflación tiene un origen foráneo, obedece a la
subida de precios del petróleo y de las materias primas. El consiguiente
incremento de la tasa de inflación en Europa representa tan solo el lógico
empobrecimiento que deben sufrir los países al importar estos artículos.
Empobrecimiento que debe afectar a todas las rentas, también a las de capital.
¿Por qué elevar entonces los tipos de interés?
Ahora,
igual que entonces, no existe ningún peligro de que se consolide una espiral
inflacionista precios-salarios. Europa se encuentra aún muy alejada de la
reactivación económica, con una demanda extremadamente floja, infrautilización
de la capacidad productiva, elevadas cifras de paro y costes salariales por los
suelos. Incluso en aquellos países, como en Alemania, en los que parece que se ha iniciado de forma
más acusada la recuperación son las exportaciones las que están tirando de la
economía, mientras la demanda interna presenta una enorme debilidad. De temer
alguna espiral inflacionista, debería ser la de precios-gastos financieros.
Ahora,
igual que entonces, va a dañar a