Peor que hace
un año
El
pasado 6 de mayo, los ministros de Economía de los principales países de la
eurozona celebraron una reunión cuasi secreta en Luxemburgo para plantearse el
problema de Grecia. El cónclave tuvo lugar aproximadamente un año después de
aquel otro Consejo borrascoso en el que, para conseguir el rescate del estado
helénico, el Gobierno de nuestro país se comprometió a realizar un ajuste tanto
o más duro que el que más tarde se ha ido imponiendo a los países rescatados.
Cosa curiosa, porque no era precisamente España la que estaba en aquel momento
en el ojo del huracán, al menos en mayor proporción que otros muchos países, ni
era suyo el problema de Grecia, sino de Alemania y Francia y, en menor medida,
del Reino Unido, Portugal, Irlanda, Estados Unidos y Holanda, estados todos
cuyos bancos tenían y tienen exposición a la deuda griega. He aquí, pues, cómo
nuestro Gobierno, quizá por impericia, se convirtió en el pagano de una fiesta
que no era la suya sometiéndose a los dictados de Alemania, cuando era esta la
más interesada en salvar a Grecia.
Un
año después se hacen patentes los errores cometidos a lo largo de estos meses.
La política impuesta por Alemania ha resultado un estrepitoso fracaso, y nos
encontramos justamente donde hace un año, planteándonos la reestructuración de
la deuda de Grecia, e incluso su salida del euro. El primer ministro griego, Papandreu, pidió el otro día desde la isla griega de Meganisis que se deje a Grecia en paz. Lo cierto es que eso
es lo que debiera haber pensado el gobierno griego y los de otros muchos países
antes de su ingreso en