Frivolidades
fiscales
¿Podríamos imaginar lo que ocurriría si en
las tertulias y demás tribunas públicas y mediáticas todo el mundo hablase de
medicina o infraestructuras, ofreciendo dictámenes y soluciones a su criterio
arbitrario y, lo que es peor, si médicos e ingenieros, ante la presión
mediática, les hiciesen caso? ¿Y qué ocurriría si además los comentaristas y sugerentes poseyesen importantes
intereses en las decisiones a adoptar?
Pues bien, esto es lo que sucede con
En las confrontaciones (que ya tienen mucho
de electorales) de estos días acerca de la presunta crisis económica se ha
repetido que España está en
mejores condiciones que el resto de los países europeos para afrontar las
dificultades. Como única argumentación se aduce el buen estado de nuestras
finanzas públicas y del fondo de reserva de
Por otra parte, hay que situar en sus justos términos el
supuesto saneamiento de las cuentas públicas. Su origen debe buscarse en gran
parte en la evolución de los ingresos públicos que, al tener una elasticidad
superior a la unidad, crecen fuertemente
en las épocas de auge económico; pero, por la misma razón, se reducen también
considerablemente en épocas de bajo crecimiento como la que se avecina. Además, el bajo nivel de los gastos
públicos, en especial de los sociales, comparado con el de los otros países europeos y su descentralización en las
Comunidades Autónomas no dan mucho margen para utilizar esta variable en caso
de emergencia, de cara a
solucionar las posibles dificultades de las cuentas públicas.
A su vez, mediante reformas fiscales
sucesivas se ha reducido el potencial recaudatorio de nuestro sistema tributario. El PP en varias ocasiones
e incluso últimamente el PSOE han acometido rebajas impositivas que han favorecido
principalmente a las rentas altas. A fuerza de repetirlo, se ha extendido en la
opinión pública -o al menos en la
opinión publicada- la teoría peregrina
de que las reformas fiscales no tienen coste alguno ya que incrementan la
actividad y con ella la recaudación, compensándose así la reducción de ingresos
originada por
Puesto que vivimos en un carrusel de
frivolidades, ante las elecciones los partidos políticos no dejan de hacer
promesas sin el menor análisis ni cálculo previo de las consecuencias que comportarían. Se propone la eliminación
del Impuesto de Patrimonio y del de
Sucesiones, El líder del Partido Popular anuncia su propósito de realizar una
nueva rebaja en el IRPF y de reducir seis puntos el Impuesto de Sociedades. Es
cierto que el Impuesto de Sociedades en unos pocos años ha incrementado
alrededor de nueve puntos su participación en la recaudación total. Ahora bien, ello es solo indicativo,
primero, de la pérdida de participación del IRPF consecuencia de las sucesivas
modificaciones en esta figura tributaria; segundo, del aumento de la
desigualdad en la distribución de la renta, con enormes beneficios de las
grandes empresas.
Quizás un buen ejemplo de esa frivolidad que inunda hoy el
discurso económico y fiscal lo constituya el artículo escrito en El Mundo el
domingo 29 de diciembre por Miguel Sebastián, hasta hace poco y no sé si
todavía, valido en la sombra en materia económica del presidente del Gobierno.
En él muestra una opinión desfavorable a la desgravación fiscal de los fondos
de pensiones, lo que es de agradecer, poniendo en claro cómo este gasto fiscal
se concentra en gran medida en el
último decil de contribuyentes, el de mayores ingresos. Señala, con
razón, que los recursos dedicados a este menester podrían tener otra aplicación. Pero he aquí que al señor Sebastián
no le gusta que le tengan por demagogo y por ello a la hora de proponer una
aplicación alternativa la única que se le ocurre es rebajar el tipo máximo del
IRPF del 43 al 37%.
Afirma, en primer lugar, que aumentaría la
eficacia, el mismo tópico de
siempre. Es curioso que la reducción de los impuestos a los ricos, siempre se
traduzca en una mayor eficacia de