Los
astilleros en pie de guerra
De Norte a Sur los trabajadores de los astilleros
españoles están en pie de guerra. No es para menos. Llevan 25 años en
reconversión, y ahora de nuevo se cierne sobre ellos la amenaza del cierre y
del despido. No quisiera estar en el lugar del ministro de Hacienda, claro que
menos aún me gustaría ocupar el papel de alguno de esos trabajadores. El
problema a las alturas en que estamos tiene poca solución, o al menos resulta
difícil de resolver por el camino de lo políticamente correcto. Las ayudas
concedidas por el gobierno del PP han sido declaradas ilegales por la UE, que
ha impuesto a Izar la obligación de devolverlas con lo que, al menos a corto
plazo, esta empresa resulta inviable.
El problema
hunde sus raíces en el diseño sobre el que se ha construido
En materia
industrial la UE parece haber asumido el principio que, según afirman, enunció
hace años un ministro socialista, “la mejor política industrial es la que no
existe”. La única política industrial instrumentada por la UE es la de cruzarse
de brazos, peor aún, la de haber erigido un dios llamado competencia en
cuyo altar se sacrifican empresas, se destruye empleo e incluso se impide a los
Estados implementar por sí mismos cualquier medida de política industrial. Como
todo ídolo, se trata de una construcción artificial, puro nominalismo, que
todos los gobiernos invocan pero en la que ninguno cree. De hecho, el tan
alabado libre cambio se fundamenta en que todo Estado tiene como principio lograr
el mayor proteccionismo para sus mercados y la máxima apertura de los
exteriores para sus mercancías.
La UE, sin
embargo, somete a sus miembros a un corsé del que están libres los otros
países, que como en el caso de EEUU o Corea no tienen ningún reparo en adoptar
medidas proteccionistas en cuanto consideran que es bueno para sus intereses,
incluso saltándose los acuerdos de
Se afirma
que los astilleros españoles no son viables, es difícil que lo sean si tienen
que competir por ejemplo con China y Corea, en especial si estos países
practican dumping. Pero detrás de los astilleros, en España o en Europa,
vendrán otros como el sector del automóvil que lleva ya tiempo lanzando sus
advertencias. La Wolkswagen amenaza con despedir a
30.000 trabajadores si estos no se pliegan a sus exigencias en los convenios.
¿Cuál es el
futuro que espera a los trabajadores europeos? ¿Y a los sindicatos? En todos
los países, reducción de los derechos sociales y condiciones laborales más
duras si no quieren perder el empleo. Las organizaciones sindicales pretenden,
como en el caso de los astilleros, plantar batalla a esta situación. La
pregunta es si no se llega ya un poco tarde. Lo malo de aceptar determinadas
premisas es que las conclusiones terminan imponiéndose. La pregunta es si no
aceptaron demasiado frívolamente el diseño europeo. ¿Cómo luchar ahora contra
sus consecuencias?