Los mercados y
las pensiones
En
estos días andan reunidos el Gobierno y los sindicatos para discutir, se prevé
que sin demasiado éxito, sobre la reforma de las pensiones, con la sola
intención de mostrar por ambas partes una postura dialogante. Las reuniones han
sido objeto de todo tipo de comentarios por parte de tertulianos y periodistas.
He escuchado afirmar que en los momentos actuales el Gobierno no tiene ningún
interés en conseguir el acuerdo con las organizaciones sindicales, ya que ello
no influirá en los llamados mercados. Lo que yo creo es que a éstos últimos les
importan poco las pensiones. Cuan largo me lo fiáis...
Los
inversores juegan ante todo a corto plazo y las dificultades financieras que
puedan plantearse a veinticinco años vista no creo que
les preocupen demasiado. Otros son los que se erigen en portavoces de los
mercados para dar gato por liebre y lograr poner en práctica las reformas que
de otra manera no serían capaces de conseguir. La prueba evidente es el propio
comportamiento de los mercados. La especulación en contra de la deuda de los
distintos países continúa, con independencia de los ajustes y las reformas
emprendidas.
Los
mercados de lo que desconfían en realidad es de que determinados países, entre
los que nos encontramos, puedan superar la crisis manteniendo el mismo tipo de
cambio que Alemania. La suspicacia se produce frente a
Rubalcaba
nos ilustra con la idea de que en la actualidad la esperanza de vida alcanza
una edad mucho mayor que cuando se diseñó el sistema de pensiones. A lo que se
podría contestar con el argumento de que también la renta per
cápita es mucho más elevada, con lo que no se ve ninguna razón para que no
puedan financiarse las pensiones, a no ser, claro está, por incapacidad de los
gobiernos para gravar, por ejemplo, las rentas de capital.
Nos
dice también el vicepresidente que a la hora de reformar un edificio lo mejor
es llamar al arquitecto que lo diseñó. El PSOE,
según él, es el arquitecto de las pensiones. Se equivoca. En todo caso,
sería la empresa demoledora, ya que lo que hicieron en 1985 fue lo mismo que
pretenden hacer ahora. Es decir, con el pretexto de salvar el sistema, dar un
buen tajo al edificio. En 1985 no se creó el sistema de pensiones, sino que se
redujeron las prestaciones, por lo que Comisiones Obreras convocó la primera
huelga general de la democracia y Nicolás Redondo, entonces parlamentario,
rompió la disciplina de partido para votar en el Congreso en contra de la
medida.
¿Para
qué se quiere prolongar la edad de jubilación si no hay empleo para todos? El
riesgo que corre el sistema público de pensiones es el elevado índice de
desempleo. El problema va a encontrarse en que múltiples trabajadores no van a
haber cotizado los años suficientes, bien porque han estado en el paro bien
porque han tenido que ejercer como autónomos ya que las empresas han
externalizado el servicio correspondiente para no pagar las cotizaciones.
El
verdadero peligro para las pensiones se encuentra en unos gobiernos que han
transformado el sistema fiscal en regresivo restándole suficiencia.