Nacionalismo
y dinero
Todos los ríos
desembocan en el mar y todas las reivindicaciones nacionalistas terminan en la
financiación y en el dinero. Los catalanes son especialmente propensos a estos
planteamientos y, por eso, el presidente de
En este caos político las palabras no
significan lo que realmente significan. Podría pensarse, y eso sería lo lógico,
que cuando se habla del déficit fiscal de una entidad pública se está haciendo
referencia a su desequilibrio presupuestario, que debe cubrirse con
endeudamiento público. En este sentido,
Pero no, cuando los nacionalistas -y
a estos efectos Maragall es ante todo nacionalista-
invocan el déficit catalán, lo usan en una acepción totalmente distinta, están
queriendo indicar que
La contribución por regiones o condados es
propia del feudalismo o de aquellos sistemas que de forma anacrónica se
mantienen como privilegios, fueros, se dice, como vestigios de
Ese discurso errático que dice que hay que
poner un límite a la solidaridad interregional se asienta en dos enormes
falacias. La primera, hablar de solidaridad cuando habría que pensar en
términos de justicia. Un sistema fiscal progresivo pretende redistribuir la
renta en la creencia de que la distribución primaria realizada por el mercado
es errónea e injusta. La renta y la riqueza de catalanes y madrileños se obtiene en Andalucía o Extremadura, y viceversa. Se trata
por tanto de restablecer en parte la justicia distorsionada por el juego de
oferta y demanda. En segundo lugar, la pretensión de limitar esa redistribución
regional es en realidad un intento de limitar el potencial redistributivo del
sistema fiscal, dado que aquélla es un resultado meramente automático de éste.
Las transferencias de recursos entre regiones son tanto más cuantiosas cuanto
más progresivo es el sistema fiscal y más diferencia hay entre sus rentas.
Maragall suele
argumentar que las Comunidades deben contribuir en proporción a su renta y
recibir en función de su población. A primera vista puede pensarse que son
criterios lógicos y aceptables, pero por poco que se reflexione uno se da
cuenta que esconden una sutil trampa. En un sistema fiscal progresivo los
contribuyentes no pagan en proporción a sus ingresos. Los impuestos se
incrementan en una proporción mucho mayor de lo que aumenta
La pretensión de limitar la capacidad
redistributiva del Estado no es nueva. Los grupos económicamente fuertes lo han
intentado siempre. No tiene nada de extraño que se reclame desde las fuerzas
políticas de derecha. Lo que resulta inexplicable es que lo exijan aquellos que
afirman pertenecer a un partido de izquierdas. Cuando el señor Maragall afirma
que hay que limitar la solidaridad interterritorial está comportándose de la misma manera que las fuerzas económicas
cuando demandan menor progresividad fiscal.