Más
que un crimen
Las universidades de verano tienen mucho de veraneo
y poco de universidades. Sirven para que profesores y catedráticos, siempre
atentos a obtener unas pesetillas extras, consigan un sobresueldo mientras
descansan de la agotadora tarea invernal, y para que políticos y
adláteres difundan su doctrina en la confianza de que algún medio, ante la
escasez de noticias, la recogerá.
En El
Escorial, durante un curso sobre terrorismo -un tema muy académico-, Inocencio
Arias, en su día subsecretario con el PSOE y ahora, tal como afirmaba este
diario, voz de Aznar en la ONU, manifestó: “Si al final no aparecen las armas
de destrucción masiva, todo se pondrá en tela de juicio”. Enigmáticas palabras.
¿Acaso piensa el embajador que van a encontrarse en un futuro? Uno no acierta a
imaginar por qué extraños motivos si Sadam posee tan
terrible arsenal no lo empleó al ver que lo tenía todo perdido. ¿Para qué
momento lo guarda? Bien es verdad que entre tantas maquinaciones y patrañas
como han rodeado la invasión siempre cabe la posibilidad de que afloren de
pronto de forma taumatúrgica.
¿Qué quiere
decir el embajador con eso de que todo se pondría en tela de juicio? La guerra
fue puesta en la picota por la población mundial antes de que se iniciase.
Millones y millones de personas se manifestaron en todas las partes del mundo
protestando contra ella. En tela de juicio la colocó el Consejo de Seguridad al
negarse, por más que se presionase y chantajease a sus miembros, a autorizar la
invasión. Y en más que en tela de juicio la han situado los iraquíes que, como
no podía ser de otra forma, han recibido a los norteamericanos como fuerzas de
ocupación y no de liberación.
El alto
cargo -del PSOE o del PP, tanto da- nos intenta convencer de que nadie dudaba
de que Sadam tenía armas de destrucción masiva. Yo
creo más bien lo contrario, que si se atacó a Irak es porque se sabía a ciencia
cierta que no las tenía. En el fondo, algo parecido ha venido a decir,
contradiciéndose, el propio Chencho, como le llaman
sus amigos de la prensa, esta vez desde otra universidad de verano -¡qué furor
académico!-, la Menéndez Pelayo: “Se atacó a Irak y no a Corea porque era más
barato”. O, dicho de otro modo, porque uno no tenía y el otro podía tener armas
de destrucción masiva.
El mensaje a todos los países es claro. “Si se
quiere minimizar el riesgo de ser invadido por EEUU, hay que fabricar una bomba
atómica”. Retornamos a la carrera armamentística disuasoria. Mensaje peligroso
donde los haya. Se dice que Talleyrand, después de la
ejecución del duque de Enghien por Napoleón, afirmó:
“C´est plus qu´un crime, c´est une faute”. La invasión de Irak es ciertamente un crimen, pero
es también más que un crimen, un grave error.