Una
porción más pequeña de tarta
El Banco de España
ha adelantado el dato de crecimiento económico del primer trimestre del año,
4%, en tasa interanual. Un buen dato, dirán los economistas oficiales. Cifras
como estas sirvieron para que Aznar se pasase todo su mandato pregonando que
España iba bien, y han estado también en el origen de que Zapatero proclamase
el otro día, a pesar de que no quería ser triunfalista, que el año 2006 fue el
mejor ejercicio económico de la democracia.
En la doctrina
económica oficial -la que subvencionan
los bancos, las grandes empresas y hasta los medios de comunicación-,
para juzgar la marcha de la economía se atiende casi en exclusiva a la tasa de
crecimiento económico, seguros, los que tal doctrina profesan, de que si la
tarta engorda, su patrimonio lo hará
también, al menos en la misma medida. El centro de atención de la mayoría de
los ciudadanos, sin embargo, se debería situar en otro lugar. Lo que realmente
debe interesarles es el reparto; porque de nada les vale que la tarta aumente
si la porción que a ellos va destinada es cada vez menor.
Según datos del INE, desde
He leído en la prensa que desde el Servicio
de Estudios de las Cajas de Ahorro se da una explicación inmediata al fenómeno:
“Este es un producto típico de la globalización”. Pues bien, ¿puede extrañarnos
entonces que surjan voces que renieguen de la globalización y estén dispuestas
a combatirla? Si la globalización, razonarán, tiene como consecuencia la
precariedad en el empleo y en los salarios, la muerte del Estado de bienestar y
la imposibilidad de gravar fiscalmente al capital y a las empresas, luchemos
contra
He leído también que una lumbrera, socio de
no sé qué compañía de analistas financieros, ha declarado al respecto que el
asunto no es grave, porque si lo fuera, hace ya quince años que los sindicatos
habrían puesto el grito en el cielo. Lo pusieron, efectivamente, no hace quince años sino
veinte, lo que ocurre es que la desmovilización y el desmantelamiento sindical
constituyen una pieza más de ese retorno al capitalismo montaraz y sin
concesiones. ¿Cómo mantener un sindicalismo fuerte allí donde abundan los contratos
temporales y la amenaza del despido está presente? Hoy, sindicalismo fuerte
parece existir solo en la función pública, y no siempre orientado
correctamente. Por otra parte, el desarme ideológico de los sindicatos ha ido
en paralelo al de los partidos socialdemócratas europeos, convirtiéndose en su
correa de transmisión, subordinándose a ellos y perdiendo en buena medida su
carácter reivindicativo.
Desde