Acoso al euro

El euro lleva una temporada marcando mínimos frente al dólar, lo que no tiene por qué ser malo, más bien puede resultar positivo para la mayoría de los países de la Eurozona que, con la excepción de Alemania y Holanda, presentan déficits en sus balanzas de pagos y precisan ganar competitividad. Pero que sea bueno no quiere decir que sea razonable y que se acomode al comportamiento que cabría esperar. En conjunto, la balanza de pagos de la zona euro está equilibrada, todo lo contrario a la de EEUU, que presenta un cuantioso déficit exterior. Además, el BCE mantiene un tipo de interés más alto que la Reserva Federal. Según la lógica económica, el euro debería apreciarse con respecto al dólar. Cosa diferente sería frente al Yuan Chino o al resto de monedas del sudeste asiático, claramente infravaloradas en la actualidad tanto en relación al dólar como al euro y cuyo tipo de cambio está desequilibrando todos los mercados internacionales.

Pero entonces ¿cuál es la razón de la depreciación del euro? Hay demasiada gente convencida de que la Unión Monetaria (UM) no puede perdurar, y un gran número de inversores están apostando a su desintegración. No son los déficits públicos los que están en la causa de la especulación, sino el endeudamiento exterior de algunos países y más concretamente el hecho de que economías tan diferentes, con muy distinta competitividad y con comportamientos dispares en su balanza de pagos, estén amarradas a la misma moneda y a idéntica política monetaria.

Es posible que en esta ocasión los mercados sean más racionales de lo que creemos al juzgar que la UM es insostenible. No se puede, desde luego, minimizar el coste que una ruptura supondría para todos los países miembros, en especial para los que están profundamente endeudados. Ahora bien, si la integración no avanza, si los gobiernos y los Estados, tal como ya se está viendo, van a ser incapaces de ponerse de acuerdo en lo más mínimo en cuanto al control de los capitales y de los mercados, si no se van a generar los instrumentos imprescindibles para compensar los desequilibrios que la pertenencia a la UM ocasiona entre los miembros, la desaparición del euro, antes o después, parece cantada; y de desaparecer, mejor antes que después. Si hay que operar al enfermo es preferible hacerlo enseguida y que no tenga que ingresar en el quirófano debilitado y moribundo.