15.000
millones de impuestos
El
Gobierno, por boca del ministro de Fomento, comenzó anunciando que iba a subir
los impuestos a los ricos y, “aunque todos los tributos están en revisión”, ya
sabemos que no se va a elevar la tarifa del IRPF ni a los que ganan más de
120.000 euros anuales ni siquiera a los que tienen ingresos al año por encima
de los 600.000 euros. Sabemos también que está descartado retomar el impuesto
de patrimonio y reformar el impuesto de sucesiones para gravar las grandes
fortunas.
Se nos
ha dicho igualmente que el impuesto de sociedades, es decir, el gravamen sobre
las empresas, lejos de incrementarse, va a reducirse, porque de acuerdo con el
discurso imperante hay que apoyarlas. Claro que las empresas que van a salir
beneficiadas no son las que están en dificultades y tienen pérdidas, ésas no
pagan el impuesto. Las que tributan por él son las que tienen ganancias y
también los contribuyentes de elevados ingresos que, tal como han repetido
todos los gobiernos, tienen su dinero oculto en sociedades. ¿No es ese el
argumento que se ha empleado para reducir en el pasado las tarifas del IRPF y
que se utiliza para no incrementarlas en el presente?
Parece
confirmado, asimismo, que las rentas de capital no van a incorporarse a la
tarifa general, aunque para dar cierta apariencia de progresismo se va a elevar
el tipo en algún punto. Ahora bien, la injusticia del tratamiento fiscal de las
plusvalías no está tanto en que el tipo sea bajo o alto, sino en que es
proporcional, esto es, se grava con idéntico tipo al pensionista que recibe 200
euros anuales por un pequeño depósito que tiene en la caja de ahorros de su
barrio que al multimillonario que obtiene un millón de euros al año por
dividendos y plusvalías. En realidad, el IRPF ha dejado de ser personal y el
gravamen sobre el capital se ha convertido en un impuesto indirecto.
¡Ah!, se
me olvidaba que los verdaderamente ricos tienen su dinero en las SICAV. Pero
también se nos ha confirmado que no sólo no va a desaparecer esta forma de
inversión colectiva, sino que se va a seguir permitiendo que las grandes
fortunas, con evidente fraude de ley, las continúen utilizando. Es verdad que,
tal como afirmó la vicepresidenta, su implantación fue obra del PP; lo que ya
no es tan cierto es que el PSOE, en el 2005, cambiase su régimen para un mayor
control. Todo lo contrario, mediante una medida inaudita quitó la competencia a
la Inspección de Hacienda para entregársela a la CNMV que, como es lógico, está
muy poco interesada en si pagan o no pagan impuestos. Su finalidad, si es que
tiene alguna, es que el mercado de valores funcione con neutralidad y
transparencia.
Y
después de todo esto, y aunque todos los tributos están en revisión, hay que
preguntarse: ¿a qué ricos se les van a subir los impuestos? Desde el Gobierno
arguyen: “El capital viaja a la velocidad de la luz”. Cabría responder que
nadie garantiza que los recursos de las SICAV estén invertidos en títulos
españoles. Pero es que, además, puestos en esta tesitura, por lo menos dejemos de
hablar de subir impuestos a los ricos y de políticas sociales.