Golpe
contra la Constitución
Rara vez, tras unas elecciones, un partido
se presenta ante la opinión pública como perdedor. Todos pretenden destacar
algún aspecto del resultado que les favorezca para simular un triunfo, aunque
sea parcial. Algo parecido ha sucedido con la sentencia del Tribunal
Constitucional (TC) sobre el Estatuto de Cataluña. La única diferencia es que
aquí existen partidos nacionalistas (y algún otro, como el PSC, contagiado por
la misma fiebre) que, presa de su victimismo, están siempre prestos a
proclamarse perdedores.
El PSOE ha querido presentar la sentencia
como una derrota del PP, pero si algo ha quedado claro en todo este proceso es
que el Estatuto que se elaboró y se aprobó en su día es inconstitucional. A
pesar de las enormes presiones políticas, de los chantajes y de las amenazas de
los partidos catalanes, a los magistrados – incluso nombrados en su mayoría
por el PSOE y sensibles por tanto a los intereses de este partido-, les
ha sido imposible aceptar la constitucionalidad de algunos de los artículos.
A mi entender, el tema es grave y no vale
tirar balones fuera, desviando la atención acerca de si el TC había o no dado
la razón al PP y si este partido había recurrido tantos o cuantos artículos.
Con independencia de quien fuera el recurrente –el Defensor del Pueblo también
interpuso recurso-, del contenido de éste y de lo acertado o desacertado que se
estuviese a la hora de elaborarlo, lo cierto es que el Parlamento catalán y el
Gobierno de la nación han querido dar un golpe anticonstitucional y en parte lo
han conseguido. Han pretendido modificar la Constitución por la puerta de
atrás, sin cumplir los requisitos jurídicos que la propia Carta Magna estipula
a tal fin.
La presidenta y los miembros del TC
nombrados por el PSOE, aun cuando han intentado por todos los medios posibles
sacar al Gobierno del atolladero en el que se había metido, no han tenido más
remedio que declarar la inconstitucionalidad de 14 artículos e interpretar
otros 27, que es la vía por la que se intenta maquillar su
inconstitucionalidad.
Los magistrados han visto con claridad la
inconstitucionalidad de aquellos artículos que hacían referencia a la justicia,
sin embargo en lo que respecta a los temas económicos y financieros, quizás por
falta de conocimiento, han creído que el problema se solucionaba a base de
interpretarlos, lo que en la mayoría de los casos va a ser un contrasentido,
porque la interpretación entra directamente en contradicción con la letra del
articulado. Tal planteamiento es especialmente grave y dará lugar a un sinfín
de conflictos, porque aun cuando la opinión pública se fije sobre todo en
asuntos tales como la nacionalidad o la lengua, lo cierto es que son las
materias económicas y lo que implican de privilegios y de desigualdad con el
resto de los españoles las que atacan frontalmente la constitucionalidad del
Estatuto. Son éstas sin duda las que imposibilitan la aplicación del Estado
social que define la Constitución.
No sé si los nacionalistas tienen razón
cuando afirman que este affaire del Estatuto está acentuando el despego de los
catalanes por España, pero lo que es seguro es que está generando un
sentimiento anticatalán en el resto de España, sentimiento que o no existía o
era muy débil. ¿Quién es el culpable de uno y otro fenómeno? Desde luego, no el
TC. Los mayores responsables son aquellos que por interés propio se embarcaron
en un proceso anticonstitucional: el presidente del Gobierno prometiendo, en un
rasgo de irresponsabilidad política para ganarse fácilmente al electorado
catalán, aprobar en las Cortes lo que el Parlamento de Cataluña sancionase, y
la gran mayoría de los políticos catalanes propugnando metas autonómicas que
entraban en claro conflicto con
El presidente del Gobierno no sólo no ha solucionado
un problema, sino que más bien lo ha creado, principalmente en la sociedad
española, pero también dentro de lo que llaman familia socialista. El PSC, con
su postura victimista, se queja y presiona cada vez más al PSOE y, aunque
públicamente no lo digan, seguro que muchos sectores del PSOE deben de estar un
poco hartos de la postura de sus compañeros del PSC.