El
discurso falaz de Merkel
Sarkozy,
no contento con refundar el capitalismo, ahora quiere refundar también
Me temo,
sin embargo, que las palabras y el lenguaje se trastocan una vez más y se
emplea la expresión unión fiscal de forma caricaturesca y distorsionada. Así lo
hace, desde luego,
Una
verdadera unión fiscal es la que se ha realizado entre las dos Alemanias, por
cierto financiada en buena parte por el resto de la Unión Europea. Claro que no
es esta la unión fiscal que Merkel propone, ni la que
está pensando para Europa. Nunca aceptaría una transferencia de recursos tan
importantes entre países ricos y pobres como la que se seguiría de tal
integración. Pero sin esta unión fiscal,
En
contra de lo que se cree, no son Alemania ni los demás países del norte los
paganos de esta situación. No han avalado por un euro más que lo que les
corresponde proporcionalmente a su tamaño, es decir, exactamente igual que
Francia, España, Italia, Bélgica, etc. A los países rescatados (más que
rescatados, hundidos) tales como a Grecia, Irlanda o Portugal, tampoco se les
ha regalado nada, se les ha prestado el dinero a un tipo elevadísimo, y todo
ello a cambio de perder la soberanía popular y por la única razón de que el
BCE, por la presión de Alemania, no actúa como un verdadero banco central.
No,
Alemania no es la pagana, sino la beneficiaria y receptora de fondos. En primer
lugar, porque, gracias a tener atados de pies y manos a los otros países, se
está financiando a un tipo privilegiado, que tiene como contrapartida las altas
tasas de interés que los demás tienen que pagar. En segundo lugar y
principalmente, porque, al mantenerse fijo el tipo de cambio, la economía
alemana gana competitividad mientras que el resto de los países
Lo que
resulta más sorprendente es la postura de los gobiernos del resto de los países
comenzando por Francia, que han asumido, en una especie de síndrome de
Estocolmo, los planteamientos alemanes que conducen a sus economías al abismo;
y aun más sorprendente si cabe la de todos esos comentaristas españoles que
dicen ponerse en el lugar de Alemania y mantienen la tesis de la prodigalidad
de los países del sur. Lo menos que se puede decir de los bancos españoles,
irlandeses o italianos es que han actuado de forma irresponsable, pero no más
que los alemanes o los franceses.