Segundo vértice: los políticos

La semana pasada titulaba mi habitual artículo en este diario El triángulo de la culpabilidad. Me refería a que, al menos en España, son tres los factores responsables (los tres vértices del triángulo) de la grave situación en la que se encuentra la economía española, y dedicaba el artículo a uno de ellos, los banqueros. Hoy pretendo describir otro, el de los políticos.

No deja de resultar grotesco que en el Debate sobre el estado de la nación tanto el PSOE como el PP se hayan echado mutuamente la culpa de la crisis que padecemos, porque ambos son, sin duda, culpables. Y si afinamos más, deberíamos completar el cuadro con CiU y el PNV como cómplices. Todos ellos apostaron al máximo por la Unión Monetaria y también todos votaron en el Parlamento la incorporación de España. Y de aquellos polvos vienen estos lodos.

A Zapatero no le falta razón cuando responsabiliza, tal como hizo en el debate, a la política económica aplicada por los gobiernos de Aznar de muchos de los males que afligen a la economía española. La única pega es que esta acusación resulta un tanto extemporánea, después de ocho años y tras haber practicado su gobierno idéntica política hasta que estalló la crisis. Ahora no es de recibo, cuando en 2004 aceptaron la tesis de la buena herencia recibida. Curiosamente, el 23 de abril de 2004, nada más ganar las elecciones el PSOE, en un artículo publicado en el diario El Mundo les reprochaba yo su postura condescendiente con la situación económica heredada, señalaba los muchos desequilibrios y riesgos que acechaban a la economía española y les prevenía de que antes o después llegaría la crisis, y de que el marrón se lo iban a comer ellos, como así ha acabado sucediendo.

El PP, por supuesto, es responsable. Sus ocho años de gobierno tienen mucho que ver en la crisis actual. La entrada en la Unión Monetaria, sus reformas fiscales, el endeudamiento de las familias, su ley del suelo, la permisividad frente a las entidades financieras, la burbuja inmobiliaria, el déficit exterior, una mayor inflación que en la Eurozona, etc. Pero ni el PSOE ni Zapatero pueden criticar ahora la política económica practicada por los gobiernos de Aznar porque para ello tendrían que comenzar por hacer examen de conciencia y censurar su propia política; tendrían que reconocer que la crisis económica (la nuestra) ni ha caído del cielo ni ha venido del extranjero, y que ellos no solo no corrigieron la deriva anterior, sino que continuaron ahondando en la misma política hasta que se dieron de bruces con la recesión.

Si en la génesis de la crisis las culpas puedan repartirse, en la respuesta dada el PSOE se ha quedado solo, como mucho, acompañado de los partidos nacionalistas que le han apoyado, menos por convencimiento que por tratarse de otra ocasión favorable para exprimir las ubres del Estado. Los gobiernos de Zapatero están haciendo pagar el coste de la crisis a los económicamente más débiles y que no tuvieron además ninguna culpa en su origen, mientras que los de arriba mantienen todas sus prebendas. Por ello suena en estos momentos tan hipócrita ese intento de cara a las próximas elecciones de dotar a su discurso de un tono más progresista. Tiempo han tenido y tienen para ponerlo en práctica.

Por mucho que sospechemos que el PP habría hecho lo mismo de estar en el gobierno, lo cierto es que no ha estado y que ha sido el PSOE el que ha puesto todas esas reformas en marcha. De ahí el castigo electoral del 22-M y el previsible en las próximas elecciones generales. Quien la hace la paga. Debe servir de aviso y de ejemplo para futuros Ejecutivos, ya sean del PSOE o del PP. De este modo, quienquiera que esté en el poder será consciente de cuáles son los caminos prohibidos si desea continuar en el gobierno. El PP haría muy bien en tenerlo en cuenta. Bien es cierto que pase lo que pase, a unos y a otros, les queda siempre el gran recurso de recalar en los consejos de administración de las grandes empresas.