Involución
fiscal
En un
artículo publicado en este diario el domingo 27 de febrero, Robert Reich
llamaba la atención acerca de la negativa evolución sufrida por la legislación
fiscal en Estados Unidos y de -lo que aún considera más grave- la capitulación ideológica
de las voces progresistas en esta materia. Algunas de ellas habían calificado
de locura y desconexión con la realidad su propuesta de que el tipo marginal
máximo del impuesto sobre la renta se situara en el 70%. Reich alegaba, con
razón, que dicho tipo fue el que rigió de media en el periodo de
La
realidad de nuestro país es similar. En los momentos presentes sería tachado de
demente aquel que propusiera gravar las rentas altas con un marginal del 65 %
(hoy el máximo está en el 45%) y quien defendiese la conveniencia de
estructurar la tarifa del IRPF en 36 tramos (en la actualidad existen cinco);
sin embargo, estos parámetros son los que estaban vigentes en 1984. Estas
modificaciones constituyen un buen exponente de la involución fiscal que se ha
producido a lo largo de estos 25 años, y a las que se pueden añadir, sin duda,
aspectos tales como el hecho de gravar las rentas de capital a un tipo muy
inferior a las del trabajo, haber eliminado el impuesto de patrimonio,
disminuido el de sociedades y reducido a su mínima expresión el de sucesiones.
Esta
política no sólo la defienden las fuerzas conservadoras, sino también las
teóricamente progresistas. Los gobiernos de Zapatero se han instalado en
materia fiscal en el discurso de la resignación, renunciando a implementar
cualquier medida progresista, e incluso adoptando otras claramente regresivas.
La excusa empleada agrava