El
neúmeno y el fenómeno
Al menos a partir
del siglo XVIII, la Filosofía ha girado en buena medida alrededor de ambos
conceptos. Se ha contrapuesto la “cosa en sí” a la “cosa tal como es conocida”.
Realidad y apariencia. A menudo, la apariencia adquiere, sobre todo en
política, más importancia que la propia realidad. En el último artículo que
publiqué en este diario (22 del 11) me surgía la duda de si en ocasiones no
preocupa tanto el paro como su reflejo estadístico, y de ahí el empeño en
importar un sistema como el kurzarbeit alemán que no
reduce el desempleo, sino que disfraza las estadísticas mediante las
reducciones de jornada.
Desde hace ya muchos
años ocurre algo similar con el déficit público. Se generaliza el discurso
acerca de su carácter nocivo, pero, a juzgar por los comportamientos, lo que
parece importar es únicamente su expresión contable. Todos los países pugnan
por inventar trucos más o menos ingeniosos para disfrazar los desequilibrios
presupuestarios. Parece que fue Alemania el que comenzó la ofensiva con lo que
aquí en España se conoció como el método alemán o de desembolso total de las
obras públicas. Como el nombre indica, se trata de que el Estado lejos de ir
pagando las infraestructuras según se van realizando, las abona
en su totalidad al final del contrato. En realidad, tal procedimiento no reduce
el déficit ni siquiera lo pospone, sólo lo oculta. Aunque no se reconozca contablemente, las Administraciones
públicas se lo deben a las constructoras que, a su vez, se financian en las
entidades financieras. La única conclusión es que el coste financiero se
encarece para el sector público.
Otros muchos
artificios han ido apareciendo: creaciones de entes públicos como el ADIF, de
empresas públicas como las sociedades de Aguas, la construcción de autopistas
financiadas por peaje en la sombra como las de Gallardón o las concesiones de
hospitales como los de Esperanza Aguirre. Según Eurostat
va cerrando algunos de estos agujeros, surgen otros.
Ahora, en el
proyecto de la llamada ley de economía sostenible, entre las múltiples medidas
inconexas que contiene aparece la creación de asociaciones público-privadas: la
finalidad, la misma, ocultar el déficit público, que no reducirlo. Las
decisiones de Eurostat no modifican los hechos
económicos. Si la hacienda pública asume la realización de ciertas obras y la
prestación de determinados servicios sin financiarlos con impuestos,
forzosamente incurre en déficit público, y los efectos económicos serán los
mismos, buenos o malos, pero los mismos, tanto si las obligaciones se
formalizan mediante deuda pública en forma de títulos, como de endeudamiento
frente a las empresas privadas; tanto si la amortización adquiere la forma de
cantidades previamente determinadas, como si hay que determinarlas en función
de ciertos parámetros. La única diferencia, y es sin duda importante, radica en
que el control será más deficiente y el coste para el erario público bastante
más elevado.