La ley del silencio

Tras la verborrea de los balbases, llegó el silencio de los populares. La audiencia aguardaba impaciente la comparecencia de los dos constructores, piezas cruciales en el culebrón; pero defraudaron a la afición negándose a contestar. El único que quedó complacido fue el portavoz del Partido Popular, señor Beteta.

El señor Beteta comenzó hablando de ética. De forma grandilocuente, proclamó que si tío y sobrino no colaboraban con la Comisión y se enrocaban en su mutismo, él, como miembro del Comité Ejecutivo, exigiría la apertura de expediente disciplinario. Alguien con más galones debió de llamarle al orden. Nada de que hablasen los constructores. Total, que donde dijo digo tuvo que decir diego, darles la enhorabuena por la elocuencia que habían mostrado y desdecirse de la petición de expediente. Grande ha de ser el interés del PP por mantener en silencio a Bravo y a Vázquez porque, ante la sorpresa de la audiencia, Telemadrid suspendió la conexión y no la reanudó hasta la comparecencia de Ruth Porta.

El silencio revestido de intimidad llegó con el empresario- letrado Verdes. Habló mucho pero no dijo nada, nada de lo importante. Disertó sobre los derechos, sus derechos, que por lo visto le impedían declarar. Derecho a su intimidad. La intimidad del señor Verdes es tan amplia que abarca toda su esencia y existencia. Lo personal y lo profesional. Nada queda fuera, hasta las bodas de sus amigos. La derecha tiene muy en cuenta la intimidad, en especial en lo que hace referencia a sus negocios. Entre el secreto profesional y la intimidad nunca se pueden probar los delitos económicos.

El silencio revestido de zafiedad y prepotencia llegó con Romero de Tejada. Insultó, amenazó, increpó, no actuó como compareciente sino como presidente de la Comisión, consciente de que quien como tal oficiaba no era más que un mandado a sus órdenes, su hombre de paja. Romero de Tejada sabe mucho de hombres de paja. Habló del PSOE, pero ni una palabra de las llamadas telefónicas ni de sus relaciones con los constructores. Confundió los negocios ganaderos con una tienda de fotocopias, y es que en los tiempos que corren de empresas tapaderas ninguna se dedica a lo que parece. Calificó de mentirosos a los de Sevilla la Nueva, convencido de que no podrían rebatirle al haber prohibido el Grupo Popular su comparecencia en la Comisión.

Los populares se han aprendido lo de la quinta enmienda, es decir, que no están dispuestos a declarar en su contra. Su silencio es más elocuente que cualquier discurso. Quien calla otorga. Su negativa a dar explicaciones, la censura de las comparecencias incómodas, su oposición a que se solicitasen documentos y los obstáculos a la actuación de la Fiscalía lo dicen todo.