La insoportable levedad del PP

       No se puede decir, desde luego, que el comportamiento de este Gobierno ante la crisis haya sido un ejemplo de coherencia ¿Pero qué Gobierno lo ha sido? En los primeros meses, todos se volvieron keynesianos para trasformarse enseguida en fanáticos seguidores del “santo temor al déficit”.

 

Serían muchos los reproches que se podrían realizar en materia económica a los gobiernos de Zapatero y casi todo el mundo estaría legitimado para ello, todo el mundo excepto el PP, porque a la hora de buscar responsables de la crisis los dos partidos mayoritarios deben repartirse las culpas por igual, incluso —aunque sólo sea por un tema temporal— la del PP es mayor. Es irritante, por tanto, la actitud que los populares vienen adoptando como si no tuviesen nada que ver en la génesis de la crisis, y como si sus ocho años de gobierno hubiesen sido un prodigio de buen hacer en materia económica.

 

Las dificultades que en la actualidad está sufriendo nuestra economía tienen una causa remota: la teoría neoliberal, y los distintos gobiernos nacionales que desde principios de los ochenta han ido asumiendo progresivamente sus principios, y una causas próximas: la política seguida en los doce años precedentes a la crisis, la entrada en la Unión Monetaria y la permisividad de los gobiernos y entidades financieras con la burbuja inmobiliaria y con el excesivo endeudamiento del sector privado. De esos doce años, ocho son imputables al PP y cuatro al PSOE.

 

       Si a las medidas aplicadas por los gobiernos Zapatero habría que calificarlas de frívolas y contradictorias, meras ocurrencias lanzadas a borbotones, las propuestas por el PP son todo vacuidad, sin contenido y, en lo que se intuye, un remedio mucho peor que la enfermedad. Todo se concreta en reducir el gasto público, pero también los impuestos, de modo que el efecto sobre el déficit público en el mejor de los casos sería neutral, si bien con un impacto sobre la actividad negativo, ya que el efecto multiplicador del gasto suele ser más elevado que el de la bajada de impuestos, tanto más si ésta se realiza sobre los tributos progresivos que, sin duda, son los que pretende reducir el Partido Popular.

 

       El PP continúa anclado en las políticas de la oferta que han fracasado en todas las latitudes y que son, en buena medida, las responsables de la crisis. Por muchas facilidades que se den a los empresarios, éstos no invertirán si piensan que no van a vender sus productos, es decir, que no va a existir demanda.

 

       El Partido Popular carece de cualquier alternativa creíble para reactivar la economía y superar la crisis. Su única estrategia consiste en criticar y censurar al Gobierno. Si en general esta postura podría ser aceptable —no en balde es oposición—, resulta inadmisible en los momentos actuales cuando el principal problema lo constituye la falta de confianza de los inversores internacionales. El eco de sus peroratas puede ser aprovechado por los especuladores a la hora de apostar contra la economía española. Quizás lo más positivo que pueden hacer en esta materia es guardar silencio.