¿Electoralismo o demagogia?

Al ministro de Hacienda le han tildado de electoralista por anunciar que este año no subirá los impuestos especiales. A mí, la verdad, no me parece mal el electoralismo, entendido como la querencia que tienen los gobernantes cuando se acercan las elecciones de adoptar medidas que complazcan al personal. Es más, a estas alturas en las que apenas se encuentra diferencia en que gobiernen unos u otros, estoy por proponer que los comicios se celebren anualmente, con lo que también todos los años los gobiernos tendrían que hacer política electoralista.

Lo que me disgusta son las verdades a medias, es decir, que de las medidas sólo se muestre la parte atractiva. Uno, por ejemplo, no entiende cómo se puede razonar que este año, con la finalidad de contener la inflación, no se incrementan los impuestos especiales, mientras que el ejercicio pasado se aseguraba que la subida no tendría impacto alguno sobre los precios. Tal vez sea más cierto lo último que lo primero porque, después de las privatizaciones y dado el monopolio u oligopolio que rige en estos sectores, los precios los fijan las empresas a los niveles que les interesan. El resultado, por tanto, puede ser que la rebaja fiscal pase desapercibida para el consumidor, que sean mayores los beneficios empresariales y que el Estado pierda recaudación que habrá de compensar de alguna otra manera.

Y es que en materia presupuestaria todo tiene su contrapartida. La bondad o maldad de una bajada de impuestos –al igual que toda nueva partida de gasto– sólo se puede juzgar analizando su financiación, su coste de oportunidad. La primera derivada siempre es positiva; la segunda, no tanto. Anunciar sin más la desaparición del Impuesto de Actividades Económicas es un mensaje incompleto. Porque alguien se preguntará cómo van a contrarrestar los ayuntamientos esa pérdida de recaudación, ¿subiendo por ejemplo las tasas o la contribución urbana?, ¿reduciendo los servicios públicos? Si es así, a la gran mayoría de los ciudadanos, a todos los que no son empresarios, no les parecería demasiado positiva la medida.

Y no se nos diga, tal como se ha intentado afirmar en relación con las rebajas en el IRPF, que el dinero cae del cielo, sin coste alguno, simplemente porque aumenta la actividad económica. No se ve la razón de por qué los recursos destinados a reducir los impuestos incentivan el crecimiento económico en mayor medida que los destinados por ejemplo a prestaciones por desempleo, a financiar la sanidad o a potenciar las infraestructuras. Claro que si la contrapartida es subvencionar a la Fundación Francisco Franco toda bajada de impuestos es positiva. Presentar una sola cara de la moneda no es electoralismo, es demagogia. Me agrada el electoralismo, no la demagogia.