Despido por bemoles 

Cada vez que se oye hablar de reforma del mercado laboral, habría que echarse a temblar y repetir lo del chiste: «Virgencita, que me quede como estoy». Ultimamente todas las reformas se encaminan en la misma dirección, despojar a los trabajadores de sus derechos y garantías. Cualquier pacto social es a la defensiva. Salvar los muebles. Si es que queda ya algo que defender o muebles que salvar.

Ahora se dice que los empresarios quieren el despido libre. Burdo error, el despido libre existe en nuestro país desde hace tiempo. Nada impide que un empresario, si quiere, eche a un trabajador. Lo que buscan es el despido barato, más bien regalado, de saldo. Gratis se despide a la tercera parte de la población laboral, aquellos que tienen contratos temporales, que habría que calificar mejor de efímeros porque se firman ya por semanas o por días. Después están los trabajadores con contratos indefinidos. No fijos, aquí fijo no queda nada. Si el despido es procedente, disciplinario, tampoco tienen indemnización. Veinte días por año trabajado cuando es por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, saco en el que cabe todo. ¿Puede existir alguna otra razón? Sí, por bemoles, es decir, porque le da la gana al empresario, despido improcedente; en este caso la compensación es de 45 o 33 días por año, según sean contratos antiguos o formalizados después de la última reforma laboral.

Es la indemnización por despido improcedente lo que molesta a la CEOE. En realidad, piensan que todo despido es procedente. Por eso han propuesto que los trabajadores no puedan recurrir a los tribunales. ¿Qué pintan los jueces en esto? Aquí, como en todo, la última palabra la debe tener el mercado o, lo que es lo mismo, la voluntad soberana de los empresarios. La CEOE sabe que con este Gobierno juega en campo propio; sólo tienen que esperar, si los sindicatos no tragan, ya legislará el Ejecutivo. Deben aceptar libremente que les cortemos un brazo; de lo contrario, les cortaremos los dos. Todo se hace con la finalidad de eliminar la temporalidad en la contratación y para ello ¿no sería más fácil penalizarla o prohibirla? Pero el Gobierno y la CEOE razonan de manera distinta: si los contratos indefinidos pueden rescindirse libremente y sin ninguna indemnización, desaparecerán los temporales. No, los que habrán desaparecido serán los indefinidos.