Prosperidad del pueblo

“Cuando los gobiernos son austeros, los pueblos son prósperos”. Con estas palabras, la nueva Presidenta de la Comunidad de Madrid pretende justificar la rebaja de un punto en el IRPF y la eliminación del impuesto de sociedades.

Habrá que preguntarse acerca de la concepción que el PP tiene sobre los impuestos. Sólo desde la idea arcaica de que la Hacienda Pública no se diferencia del patrimonio del príncipe, se puede mantener tal argumento. ¿Acaso piensan que los recursos públicos están destinados al dispendio de los gobernantes? En un estado moderno se supone que los impuestos son para toda la  sociedad y se aplican a la sanidad, a la educación y al resto de servicios públicos. La bajada de impuestos no hace austeros a los gobiernos sino a los pueblos, y especialmente a las clases más necesitadas que no pueden costearse con sus recursos determinados servicios. Más que austeros, los hace pobres, indigentes.

Si doña Esperanza quiere hacer austero a su gobierno, debería haber anunciado que disminuiría su retribuciones y las de sus consejeros. La verdad es que hasta ahora no ha dado pruebas de demasiada austeridad, recibiendo del erario público varios sueldos a la vez y negándose a mostrar la cuantía de su fortuna.

El pueblo, lo que se llama pueblo, es ya muy austero. Más que austeros tienen que ser, a la fuerza, los condenados al paro de larga duración, cuando se les termina la prestación por desempleo y, especialmente en una Comunidad como la de Madrid cuyo salario social es de una cuantía tal que puede recibir cualquier nombre menos el de salario y se encuentra sometido a tales condiciones que queda anulado en la práctica. ¿Cuál es el número de indigentes que tiene nuestra comunidad?

Y más que austeros han de ser, por obligación, la mayoría de los jubilados madrileños con pensiones de miseria y falta de los servicios sociales más elementales.

Y todos los ciudadanos sufrimos la austeridad de la sanidad pública madrileña. ¿Austeridad? más bien anemia, indigencia, penuria. De país tercermundista es el estado en que se encuentran estos días las urgencias de los hospitales de la Comunidad de Madrid, y ¿qué decir de las listas de espera quirúrgicas..., y la demora en las pruebas analíticas y de diagnóstico, y de la depauperación de los centros de salud primarios?. Claro que todo esto tiene relativa poca importancia para aquellos que pueden costearse una sanidad privada.

La rebaja de impuestos que plantea Doña Esperanza no hará al pueblo más próspero, sino más mísero. Sólo hace prósperas a las clases altas. Las familias de ingresos bajos y medianos apenas notarán la reducción de un punto en la tarifa del IRPF. Bien distinto será el resultado para los contribuyentes de elevadas rentas. Los privilegiados que ganen cien millones de pesetas al año, para premiarles, Doña Esperanza les obsequiara con un millón que saldrá de los recursos destinados a Sanidad, a Educación o a Vivienda.

Es lógico que la presidenta de la Comunidad de Madrid quiera beneficiar a los suyos, pero lo que ya no es tan lógico, mas bien hiriente, que lo pretenda justificar en la austeridad del gobierno y en la prosperidad del pueblo.