Vuelos terroristas

Están los incondicionales de Zapatero muy revueltos, prietas las filas, por la zafiedad de Miguel Ángel Rodríguez: ”Hay que saber qué grupo terrorista puso a Zapatero en La Moncloa”. El problema del que fue primer portavoz del Gobierno Aznar, al igual que el de todos los hooligans del PP es su tosquedad, su incapacidad para matizar y considerar que en cualquier fenómeno concurren múltiples causas. En realidad, esta forma simplista de razonar se está convirtiendo en un defecto de toda la clase política. Quizá no les vendría mal a todos ellos una elemental lección de ontología, aunque sea escolástica, para que sepan distinguir entre causas próximas y remotas y tomen conciencia de que estas últimas pueden ser múltiples. Por lo demás, en este caso, algo de razón lleva el señor Rodríguez. Entre las variables que condujeron a Zapatero a La Moncloa se encuentran por lo menos las actuaciones de dos grupos terroristas. Por una parte, el terrorismo de Estado de Bush y de la Administración americana y, por otra, el terrorismo islámico.

Ni en el PP ni en el PSOE lo quieren reconocer, pero todos en el fondo lo saben. Sin el apoyo que Aznar dio al terrorismo de Estado de Bush es muy posible que Rajoy no hubiese perdido las últimas elecciones; y sin el brutal atentado del 11-M del terrorismo islámico, que hizo presente en España la crueldad y perversidad que representaba la guerra de Irak, Zapatero no habría ganado las elecciones del 14-M. Las actuaciones terroristas de la Administración americana han tenido mucho que ver en la derrota electoral del PP, al igual que en la última victoria demócrata en EEUU, en la caída del Gobierno Berlusconi y en el deterioro político de Tony Blair.

Estos días pasados, en el Parlamento europeo ha quedado bastante claro que la Administración Bush ha pretendido combatir el terrorismo mediante prácticas terroristas. Digo ha pretendido porque lo que en realidad ha conseguido, por el contrario, es potenciar el terrorismo islámico. La verdad es que esto ya lo sabíamos. Lo importante es lo otro, la actuación de los Estados europeos. La eurodiputada socialista Elena Valenciano tiene razón al afirmar: “Lo que está en juego no es la credibilidad del Gobierno Bush, cuya estrategia antiterrorista ya ha fracasado, sino la nuestra”. Y a juzgar por lo que se ha escuchado y conocido, la ética de los gobiernos europeos ha dejado mucho que desear.

Según el documento de la Comisión Fava , entre 2001 y 2005 se han producido 1.245 escalas de vuelos ilegales de la CÍA en suelo europeo. A pesar de haber descafeinado el informe por la presión de algunos Estados, de la falta de cooperación de la mayoría de las Administraciones nacionales, y a pesar también de que se vislumbre que lo hecho público es tan solo una pequeña parte de lo realmente ocurrido, los gobiernos europeos no salen muy bien librados. En el mejor de los casos, han mirado hacia otra parte; en el peor, han colaborado prestando su suelo nacional o permitiendo el uso de las bases americanas para que se violara toda clase de derechos humanos.

Tampoco parece que salgan bien librados el jefe de la política exterior de la Unión Europea , Javier Solana, y el coordinador de la política antiterrorista, Gijs de Vries, que han abdicado de sus funciones, incapaces de enfrentarse ni con el Consejo europeo en el interior ni con la Administración americana en el exterior. Al menos el último ha tenido la dignidad de dimitir y la honestidad de reconocer que la Unión Europea poco tiene de federal, y que ciertos puestos son ornamentales y carecen de contenido.

La eurodiputada Valenciano tiene razón. Lo de EEUU ya lo sabíamos, nos interesa lo de Europa y, muy particularmente, saber cuál fue la actuación de países como Alemania, cuyo Gobierno se situó aparentemente a la cabeza de la crítica a la ofensiva de Irak. Es importante que conozcamos si detrás de esta actitud había una posición ética o, por el contrario, intereses y fariseísmo. Por la misma razón, lo del PP ya lo sabemos. Conocemos perfectamente su colaboración con la Administración Bush , que fue, entre otras, causa de que perdiesen las elecciones. Nada puede extrañarnos que mandasen una comisión policial a Guantánamo. Tan solo es señal de que podían temer un atentado islámico. Lo que nos importa ahora es lo otro. Dado que los vuelos sucedieron del 2001 al 2005, hasta qué punto el Gobierno Zapatero fue cómplice, al menos por mirar hacia otro lado. La coincidencia con el PP en la negativa a constituir una comisión parlamentaria no nos hace ser demasiado optimistas.