De Niza a Gotemburgo

Mientras los mandatarios internacionales reunidos en Gotemburgo acordaban volver a reunirse, Delors se ha puesto a hacer declaraciones, que es a lo que se dedican las viejas glorias. Ha manifestado que Niza es un absoluto fracaso. ¡Vaya descubrimiento! Algo similar debieron pensar los eurodiputados al aprobar la pasada semana un informe muy crítico en el que, por primera vez en la historia de la UE, no recomendaban a los Estados ratificar el Tratado.

También ha debido ser esa la opinión de los irlandeses, puesto que la mayoría ha votado negativamente en el referéndum. Los ciudadanos de los demás países, sin embargo, no saben, no contestan. Nadie nos ha consultado; aunque bien mirado es de agradecer, al menos no te molestan inútilmente. Yo, que los irlandeses, hubiese votado que sí, el resultado va a ser el mismo y te evitas ir de oca a oca, es decir de referéndum en referéndum. Claro que, por otra parte, los países que votan "no", aunque luego sea "sí", sacan siempre tajada, cosa que no ocurre con los que, como España, van de filoeuropeos, que han de contentarse con una simple declaración de que los demás comprenden su problema. Contento, y muy contento, parece que ha quedado Aznar en Gotemburgo. Unos se contentan con el premio Carlomagno y otros con sacar pecho y meter el dedo en el ojo a Francia y a Alemania.

Delors ha declarado también que "el Tratado de Niza no podrá aplicarse nunca" y añade que "si el proceso de ampliación deriva hacia una zona de libre cambio, sin unión política, Europa no será nada dentro de veinte años". Resultan enternecedores estos socialdemócratas europeos. Los otros, los conservadores, al menos saben muy bien lo que quieren: un espacio mercantil y monetario, una zona de libre cambio. Lo tienen claro y van a por ello.

El error de los políticos como Delors o como González es que dicen que quieren una cosa y hacen otra. Europa nunca ha pasado de ser una zona de libre cambio. Eso sí, con algunos aderezos como el Parlamento o los fondos de cohesión, más que nada para disimular. La equivocación de Delors y de tantos otros es haber creído que tras la unión mercantil y monetaria vendría algo más. Ahora comienzan a entender que no. Por eso reniegan de Niza, como si este tratado tuviera toda la culpa. En Niza, lo único que se hace es confirmar la tendencia que ha presidido desde sus orígenes la Unión. Bien es verdad que las contradicciones aparecen de forma más clara según se va incrementando el número de Estados, y se llega al mayor de los absurdos cuando este esquema invertebrado se proyecta hacia treinta países.

Delors apoya la propuesta del presidente actual de la Comisión, Romano Prodi, de crear un impuesto europeo. Vana ilusión, pura quimera. Difícilmente va a ser viable cuando el único país que habla de estado federal, se niega rotundamente a incrementar el misérrimo presupuesto comunitario.

Estamos lejos de impuestos y prestaciones europeas. La tendencia hoy, al menos en España, es la contraria. El PP y el PSOE se están reuniendo para pactar el modelo de financiación de las comunidades autónomas. Con acuerdo o sin acuerdo, se dará un paso más en la desmembración del sistema fiscal del Estado. No sólo no va a haber mecanismo de solidaridad y cohesión europeos, sino que vamos camino de destruir aquellos que hoy tenemos estatales. Hablamos de Europa al tiempo que nos hacemos provincianos. Sólo el mercado será europeo, el resto aldeano.