Operación socotora

En estos días, muchos españoles habrán caído, como yo, en la cuenta, de que nuestra armada está en el Indico; y como yo se habrán preguntado qué carajo hace en el Indico en lugar de estar en Galicia. No es que no lo supiéramos, simplemente nos habíamos olvidado de ello. Ahí está lo malo, que las cosas se olvidan.

Casi no nos acordábamos de que contra todo derecho y con la excusa del 11 de septiembre, Estados Unidos se ha autoproclamado gendarme universal, y que su flota surca todos los mares interceptando e imponiendo su ley a cualquier carguero que considere sospechoso. Y del todo nos habíamos olvidado de que nuestro gobierno, exultante, se había apresurado a ponerse a las órdenes de EE.UU.

Estados Unidos está instaurando una dictadura mundial. Un dictador es siempre algo odioso, pero los lacayos del dictador son patéticos. Europa se ha adjudicado, a través de la OTAN, el papel de lacayo; y entre los países europeos, España ocupa un lugar privilegiado, sólo comparable al de ese buen socialista, Tony Blair.

Nuestro país con la operación Socotora ha quedado en el más absoluto ridículo. Como buen esbirro de Estados Unidos, y de acuerdo con sus órdenes, en base a no se sabe qué informaciones de los servicios de inteligencia, abordó un carguero procedente de Corea del Norte que transportaba mísiles Scud, mísiles que de inmediato fueron devueltos a Yemen por EE.UU. Las autoridades militares españolas pasaron en un día de la euforia y del triunfalismo, a la sorpresa y al, aunque disimulado, sentimiento de ridículo.

El portavoz de la Casa Blanca justificó la devolución a Yemen afirmando: "no teníamos otra opción que obedecer la ley internacional". ¿Y desde cuándo le importa a la administración Bush la ley internacional? Toda la operación “libertad duradera” (manda bemoles el nombrecito) contradice el derecho internacional. No e de sorprender, por tanto, que Corea del Norte haya tildado a las acciones llevadas a cabo por nuestros barcos, de piratería.

Ampararse en las resoluciones aprobadas por la ONU después del 11 de septiembre es retorcer su contenido hasta extremos indecibles. Dichas resoluciones lo único que reconocen es algo de sentido común: "el derecho de Estados Unidos para adoptar acciones en su legítima defensa", pero en ningún caso pueden constituir una patente de corso (y nunca mejor dicho) para interceptar los barcos a su antojo, bombardear a los países que se quiera o, como recientemente ha hecho la administración Bush, conceder a la CIA licencia para matar en cualquier país a los terroristas señalados como objetivo en una lista elaborada ad hoc. A su lado lo del GAL, es un juego de niños.

Lo peor es la condescendencia, cuando no la aquiescencia de los países europeos; bien es verdad que en grado desigual, y por desgracia nuestro país figura entre los más entusiastas. Algunos otros países han mostrado reticencias, pero al final en la OTAN todos han terminado por asumir esa doctrina demencial, al tiempo que peligrosa, de la guerra preventiva.

Estados Unidos recurre con frecuencia a su papel de guardián de la civilización occidental, pero el nuevo orden internacional que pretende instaurar se caracteriza precisamente por contradecir los fundamentos de esa civilización: el imperio de la ley -ley universal y objetiva e igual para todos-, y nos retrotrae a la época en que el derecho se conformaba a la discrecionalidad y arbitrariedad del que mandaba. A Yemen se le devuelven los mísiles porque es país amigo. Arbitrariamente se define como eje del mal a Irán, Corea e Irak. Y arbitrariamente, se discrimina, en cuanto a la ofensiva: militar contra Irak y diplomática en los otros dos países.

Estados Unidos se reserva el derecho a declarar quienes sí y quienes no pueden tener armas de destrucción masiva. Paquistán e Israel sí, Irak no; quienes tienen que cumplir y quienes no, la resoluciones de la ONU: Israel y Marruecos no, e Irak si. Todo comienza cuando el propio legislador -¿quién ha nombrado a EE.UU. legislador mundial?- se coloca más allá de la ley. Estados Unidos sólo cumple las resoluciones de la ONU cuando éstas están de acuerdo con sus criterios, y amenaza con responder con armas atómicas (debe ser que las armas atómicas yanquis no son de destrucción masiva), a cualquier ataque. Pero nuestro gobierno está contento con tal de que Bush o alguno de sus adláteres le felicite de vez en cuando. Aquellos cabezazos de Piqué fueron la expresión, tal vez refleja e inconsciente, de la actitud servil de todo el Ejecutivo.