Hacer definiciones

Si hoy existe algo evidente en el País Vasco es el hecho de su división casi al 50% entre nacionalistas y no nacionalistas, por ello todo intento de que una parte imponga de forma excluyente sus tesis a la otra es suicida y porta el germen de un fracaso anunciado. La situación política del País Vasco precisa de análisis finos, de cirugía de alta precisión.

El PNV se equivocó, y seguramente continúa equivocándose, al haber formado un gobierno nacionalista y querer imponer sus planteamientos al otro 50% de los ciudadanos, incluso aprovechándose - aun cuando públicamente lo condene- del chantaje terrorista. Pero el PP, y ahora el PSOE con el pacto, también se equivocan. Dígase lo que se quiera, el acuerdo va a ahondar aun más la división en Euskadi y hace más difícil el diálogo y las salidas democráticas.

Ortega, en su Mirabeau, afirma que los políticos hacen política y los intelectuales definiciones. Pues he aquí que a los dirigentes del PSOE y del PP les ha entrado complejo de intelectuales y se han puesto a hacer definiciones. Uno puede tener sobre el nacionalismo las ideas y opiniones que le parezcan. Desde el puro análisis teórico se puede pensar que el nacionalismo ha sido, en muchas ocasiones, una lacra para la humanidad y causante de calamidades sin fin; pero si se quiere hacer política en el País Vasco no se puede olvidar que más del 50% de la población es o está cercana al nacionalismo.

Existe, sin embargo, otra explicación, que el PP y el PSOE sí estén jugando a la política, pero a la política con minúscula, al politiqueo, al electoralismo, a la política de cortas miras. En una sociedad harta, con razón, del terrorismo, y proclive a ser jaleada por los medios de comunicación, al PP su postura le puede resultar muy rentable electoralmente, al menos fuera del País Vasco. Estoy convencido, y así lo he escrito en algún otro momento, que en la mayoría absoluta del actual gobierno algo ha tenido que ver su actitud frente al nacionalismo. El PSOE, a su vez, ha creído ver en el pacto una forma de rentabilizar el papel de comparsa que le ha tocado representar, y un medio para confirmar a su nuevo líder como hombre de Estado.

Resulta difícil no calificar el acuerdo de excluyente cuando se han negociado entre los dos partidos, dejando al margen al resto de las fuerzas políticas, y tan sólo una vez elaborado y firmado, se les invita a sumarse, a suscribirlo como un contrato de adhesión. Y más difícil resulta aún creer que se pretenda atraer al PNV, cuando se le exige que se coloque el sambenito y haga pública penitencia de sus errores.