Colegio de monjas

Hay que ver cómo se han puesto las damas del PP; y todo porque su señoría Mayoral arremetió contra Ana Torme argumentando que "no se puede hacer esa oposición de colegio de monjas". Yo, la verdad, no lo veo para tanto. No es que la dialéctica del señor Mayoral me parezca demasiado brillante. Supongo que habrá objeciones más certeras que lanzar contra un proyecto de ley, pero de ahí a tildar la expresión de fascista va un buen trecho. Y no digamos la asentada posterior, cuando todas las diputadas populares comparecieron en rueda de prensa con Ana Mato a la cabeza, indignadísimas por tamaño ultraje. Entonces sí que no diferían de un colegio de ursulinas. Por mi parte, tengo que reconocer que las intervenciones del señor portavoz del Gobierno se me asemejan peroratas en una reunión de repelentes luises. ¿Me calificarán también de sexista?

Casualmente, leyendo el libro de Vázquez Montalbán que ha distribuido este periódico, me he topado con que, en la página 31, se describe a una secretaria afirmando que estaba disfrazada de ex alumna de un colegio de monjas. Manolo, ya ves, eres un fascista. Con los derroteros que está tomando el feminismo va a resultar harto difícil hacer literatura. Estará proscrito caracterizar a cualquier mujer como infantil o como ñoña, y no digamos de versátil, cruel, anodina, terca u otras lindezas similares. A partir de ahora, todas las féminas son maduras, inteligentes, sagaces y generosas. Mujeres perfectas. Diputadas perfectas. Ministras perfectas. El feminismo de algunas es mero salvoconducto para eludir cualquier crítica.

Y después está Rudí haciendo referencia al "Día de la mujer trabajadora". La verdad es que no sé qué relación guarda con lo del colegio de monjas. A fuer de sincero, ni siquiera me explico que tenga que haber un "Día de la mujer trabajadora". La fiesta del trabajador, hombre o mujer, debería de ser el 1º de mayo. Claro que lo de la mujer trabajadora suena más laight, tan laight que pueden apuntarse hasta los del PP. Los adversarios son los hombres, no los patronos ni los empresarios. Muchos son los agravios que pueden exhibir la mayoría de las mujeres trabajadoras; pero creo que mucho más por trabajadoras que por mujeres. Con el feminismo puede ocurrir como con el nacionalismo. Mientras nos enfrascamos en la contienda de sexos o de regiones, nos olvidamos de la lucha de clases. ¡Está tan desfasada!