Tanta justicia como pueda pagar

Esta sociedad nuestra se enardece con las anécdotas, pero apenas si roza las categorías. Puede afligirse con la desgracia e injusticia de un determinado asunto, pero difícilmente extrae leyes generales. El caso de Joaquín José se ha convertido estos días en noticia de primera página. El caso de los Martínez es la anécdota. La categoría es que cien millones de pesetas constituyen la distancia que separa el veredicto de culpabilidad del de inocencia; el corredor de la muerte, de la libertad y la fama. La opinión pública española se enorgullece de su triunfo en Tampa, pero mañana se habrá olvidado de los deficientes mentales, de los negros y de los hispanos, de las ejecuciones de aquellos que no pueden costearse un buen abogado, y continuará considerando a Estados Unidos como modelo de sociedad democrática.

La categoría trasciende inclusive a la pena de muerte y a la sociedad americana. ¿Acaso creemos que las cosas funcionan en nuestro país de manera distinta? Todos los españoles son iguales ante la ley, artículo 14 de la Constitución. Pero no es verdad. Sabemos perfectamente que el resultado en los tribunales depende de la capacidad económica y de los medios de que cada uno disponga. En España, como en casi todas partes, la justicia es cara, muy cara. Hasta en Atenas había que pagar a los logógrafos, y algunos como Demóstenes estaban dispuestos a servir en un mismo proceso a acusado y a acusador, a Formión y a Apolodoro. Justicia gratuita determina nuestra Carta Magna para los que carezcan de recursos para litigar. Justicia para pobres. Pero ¿es justicia? «La vida buena qué cara es, pero ¿es que hay otra?», afirmaba a menudo mi abuelo en tono jocoso. Con la justicia ocurre como con la educación o con la sanidad, en cuanto se distingue entre la de los pobres y la de los ricos, la de los pobres deja de ser justicia, educación o sanidad. A menudo, incluso la vida deja de ser vida.

La categoría que se extrae de Florida es que sin igualdad económica difícilmente puede darse la igualdad legal, y que mientras optemos por modelos económicos que incrementan más y más los desequilibrios sociales y no estemos dispuestos a introducir mecanismos correctores, nuestros hermosos discursos sobre libertad y democracia se asientan en el más radical de los engaños. El PP y el PSOE acaban de firmar un pacto sobre la Justicia. ¿Qué justicia? Tanta como usted pueda pagar.